Venezuela se prepara este 14 de abril de 2013 a celebrar unas elecciones presidenciales marcadas por lo bipolar del mensaje de los confrontados, ajeno ontológicamente a un discurso que devele la catarsis entre los candidatos y los hombres todos de esta ancha tierra respecto a las necesidades e intereses que claman. Y es que ser discursivo según Spinoza, Leibniz y el propio Nietzshe es someter la realidad a la crítica de la razón y bajo esa reflexión asumir responsablemente alternativas de interpretación para generar soluciónes no propias de un delirio. Sin embargo estos paladines de la polìtica del siglo XXI asumen el verbo por igual para todo escenario; sin considerar que el lenguaje en acepción de uno de estos pensadores no es más que un conjunto de símbolos y signos arbitrarios sometido a la imaginación del vulgo; empero es que las masas, asumida como un gregario no dejan de ser multiforme en sustancia. Es por ello que los electores, exigen a estos candidatos presentar planes, para gestionar el país. Elevar el compromiso con la palabra, establecer programas a cumplir a corto, mediano y largo plazo, voluntad manifiesta de construir una patria multipolar, solidaria, pero cargada de disidencias que permitan la confrontación para hacernos cada día más grandes. No hay peor enemigo que el sueño, este regenera tanto como mata, mas aun si se transforma en delirio, y es que de esto último se adorna el mensaje de ambos aspirantes a presidente. A ocho días de dirimir el futuro de la patria no se muestran síntomas de razón para construir un discurso que apueste a una Venezuela en donde se incluya a todos los que aquí hacen vida.
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