Hoy con el sol a medio cielo y llenando cada poro de mi piel de valor para poder ver sin alterarme como los adeptos al gobierno vulneraban el Estado de Derecho, y con la esperanza de que miles, millones de venezolanos vencieran el miedo y botaran de una vez por todas los temores de ser seguidos virtualmente por los entes gubernamentales poniendo en vilo su empleo o beneficio de una misión, me dispuse a salir de casa y dirigirme al centro de votación. Hoy la ciudad capital mostraba afable su cuerpo, y recordé como el candidato Capriles Radonsky invitaba a sus seguidores a ejercer el derecho al sufragio de manera paulatina y no en cambote, no compartí la estrategia, pero así se estaba cumpliendo, a esta hora señalaba un vocero del comando del candidato Nicolás Maduro que todo era normalidad en todo el país y que para el momento ya habían sufragado unos ocho millones de electores y que faltaban otros diez millones, menos entendí este cómputo de Jorge Rodríguez. A no ser que mediáticamente se utilice como argumento diferencial entre los votos rezagados de la oposición y los preparados por el oficialismo, que desde las dos de la mañana se dieron la tarea por intermedio de sus batallones de despertar con gritos, diana y alharaca a todos los vecinos, al menos así sucedió en la Parroquia El Valle. Luego del 7 de octubre asumí la posición de no sufragar; sin embargo, mi compromiso con Venezuela está por encima de querer o no al candidato de la oposición, de sentirme o no representado por éste; en este orden de ideas consideré que lo importante era cerrar la brecha de intolerancia e injusticia que asumen las instituciones de todos los venezolanos, contra un gran número de pares, tan sólo, por el hecho de no compartir la instrumentación de sus decisiones de ejercer gobierno. Dejo claro que la disidencia no se fundamenta en política o contextos ideológicos, porque bien es sabido que la dialéctica jamás entró ni siquiera por el extinto líder. La retaliación por así llamarle responde a un reconcomio social de lo más visceral, con argumentos como "si quieres trabajar, pásate a esta acera" Donde para nada importa el talento e intelecto, lo que se ejerce es el poder, como en la barbarie, el que más grite tendrá la razón. Nos jactamos de poseer las normas, y un contexto legal que civilice nuestros actos sociales y nuestro accionar como miembros de una nación; sin embargo ya no se busca el argumento leguleyo para franquearla, sino que, de la manera más vil y acomoditicia a mezquinos intereses se viola, e ahí vulnerado el ESTADO DE DERECHO; en este sentido el Consejo Nacional Electoral fijó normas límites para finalizar la campaña; y los procedimientos para el domingo 14 de abril de 2013, durante los comicios; sin embargo, múltiples personas en motos, en camiones y vestidas con indumentaria claramente parcializada al candidato gobiernero se paseaban orondas ante el ciudadano común y ante la complaciente mirada de autoridades policiales y militares; haciendo del acto comicial un bochornoso mitin oficialista que pienso será reseñado por los corresponsales extranjeros. Dejo claro que la responsabilidad de estas personas se atenúa por su desconocimiento certero de una realidad que no va más allá de la bodega o de la tertulia jocosa del autobús, de una esperanza habitacional o de la simpleza de encontrar en el mercal/pedeval alimentos a bajo costo. Esta responsabilidad/complicidad debe ser asumida por los que estando en dirección de gobierno dilapidan el erario del país para congraciarse con intereses foráneos que no aportan rédito al fisco nacional, y por el contrario dejan en minusvalía a sectores venezolanos como educación, salud, seguridad y defensa nacional. Y es que ésto último no es la compra de armas o aviones, no es expropiar empresas y espacios productivos con un fin polítiquero, no es aparecer chequera en mano ante el mundo cual fariseo y déspota ante su propio pueblo; por el contrario es sembrar el campo con variedad, nuestra ancha tierra da para ello, es desarrollarr la infraestructura tecnológica y fomentar el talento humano en la industria petrolera, es crear una verdadera política de desarrollo energético que pueda dar respuesta oportuna y eficiente a los miles de venezolanos que han sido favorecidos con la misión vivienda, es dar al venezolano sensación de seguridad al transitar cualquier espacio de nuestra fría ciudad, que se sienta protegido como inversionista en el aparato productivo del país. Por buscar cambiar hacia una Venezuela multicolor, Hacia un país que aún con la afrenta dejada ante el mundo y sus propios hijos por el extinto ególatra, es que arremangué la palabra y me dispuse a botar votando.
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